Harav Yitzchak Ginsburgh

sábado, 9 de abril de 2011

No Hay Cuerpo – No hay Ira

La Frase “Él no es un cuerpo y no es un poder en un cuerpo” (אינו גוף ולא כח בגוף, eino guf velo coaj baguf) contiene 16 letras. Escritas como un cuadrado, las esquinas forman באפו, beapav, “en Su cólera” = גוף, “cuerpo”. La diagonal desde abajo a la derecha hasta arriba a la izquierda también forma “en Su cólera”. La enseñanza: “no hay cuerpo, no hay cólera”.

                                                                   

El antropomorfismo comienza con atribuirle a Dios la característica humana de la cólera. La cólera resulta de la corporalidad. Mi cuerpo diferencia entre yo y tú, haciéndome no tú (tanto en materia como en espíritu), invitando así a sentimientos de insatisfacción contigo. La insatisfacción produce cólera.
En la Torá encontramos a Dios que se enoja con el hombre, cuando el hombre peca. De la cólera viene el castigo. De igual manera, Dios está contento con el hombre cuando lo amerita, y lo recompensa por sus buenas acciones. Aunque “la recompensa por el bien siempre es más que el castigo por la maldad”, como un antropomorfismo, el placer que encuentra Dios en el hombre es simplemente la contrapartida, un derivado por así decirlo, de Su enojo. La cólera, insatisfacción, es más humana que la satisfacción. La corporalidad esencial del hombre da lugar a la cólera, que luego puede ser aplacada y transformada en placer y recompensa.
Maimónides explica que como Dios es inmutable (como está explicitado en la Biblia) no se encoleriza! La cólera es el cambio de compostura más primario en la psiquis del hombre, y como tal el principio del antropomorfismo. Todo antropomorfismo que aparece en la Biblia es Dios hablándonos en nuestro lenguaje, porque nosotros no podemos comprenderlo a Él y a Sus senderos.
La enseñanza: cuando menos énfasis ponemos nuestros cuerpos, sentimos menos nuestra “alteridad”, nuestra ajenidad con el otro, menos cambia nuestra compostura y nos enojamos menos.
El rey David dice en los Salmos: “Un momento en Su cólera [= cuerpo, como vimos], una vida en Su voluntad”. De esta frase aprendemos que la cólera es un fenómeno ligado al tiempo (y existe por no más que un segundo fugaz). Dios está por encima del tiempo (un fenómeno esencialmente corporal, que depende del cuerpo en movimiento, como explica Maimónides), pero para nosotros debido a nuestra mala conducta, aparece como si Él se enojara.
En la medida en que trascendemos nuestros cuerpos acortamos nuestra experiencia de la cólera de Dios, reduciendo la experiencia a no más que un fugaz segundo. Anular la cólera por completo, nuestra innata característica de encolerizarnos y nuestra experiencia de la cólera de Dios, es vivir por siempre, “vivir en Su voluntad”. 

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