Harav Yitzchak Ginsburgh

sábado, 2 de abril de 2011

El Pozo Sin Agua

El pozo estaba vacío, sin agua, pero lleno de serpientes y escorpiones.
El pozo es la mente, el agua la Torá, las serpientes y escorpiones, los malos pensamientos.
Los hermanos de Iosef lo arrojaron a un pozo vacío, un ambiente sin Torá y lleno de peligros espirituales, e influencias negativas por todos lados.
Una crisis en la vida es una prueba. Allí, yaciendo en el pozo, Iosef podría haber urdido pensamientos de odio hacia sus hermanos, quienes  además de celarlo y odiarlo, le sacaron sus ropas y lo arrojaron al pozo. Sucumbir a tales pensamientos negativos es equivalente a invitar a que entren a nuestra psiquis serpientes y escorpiones.
Además de simbolizar a la Torá, el agua aparece idiomáticamente en la Biblia como un espejo que refleja el rostro de quien mira dentro de ella, y refleja las vibraciones emocionales del corazón de una persona hacia la otra. El agua refleja las emociones: Si me amas, te amo a ti, si me odias yo te odio.
Esto da una nueva y positiva interpretación a la descripción que hace la Torá del pozo que está vacía de agua. Iosef pudo sobreponerse a la naturaleza del agua de reflejar una emoción, la tentación de elaborar pensamientos de odio hacia sus hermanos. Así se salvó a sí mismo del peligro inminente de las serpientes y escorpiones.
Fue capaz de mantener su cabeza en el lugar correcto, de concentrarse en la Providencia Divina en acción, encontrándose de improviso sólo en un pozo, sin agua y lleno de peligros al acecho. Se dirigió a Dios y le pidió que lo salve, reconociendo que posiblemente él también era culpable de causar que sus hermanos lo odien. Él le prometió a Dios, “Si me sacas de aquí, trataré de mejorar y despabilarme.