Harav Yitzchak Ginsburgh

martes, 8 de marzo de 2011

Sobreviviendo al Paraíso

Cuatro sabios entraron al paraíso [פרדס, Pardés, “huerto”] 
intentando rectificar el pecado original de Adam. 
Sólo uno, Rabí Akiva, entró en paz y salió en paz.

Uno murió, uno enloqueció y uno se volvió hereje. ¿Qué protegió a Rabi Akiva? ¿Cuál fue su secreto?
Antes que Rabí Akiva preparase su travesía espiritual, antes de comenzar su ascenso hacia los mundos superiores, se comprometió a no transgredir nunca la voluntad de Dios, nunca ir más allá de las fronteras de su mente y de su alma, esos límites que Dios fijó para él.

A pesar de que sus mundos mentales y espirituales estaban expandiéndose continuamente debido a su intenso esfuerzo dedicado a comprender más y más los misterios de la creación y el Creador, de todas maneras un universo en permanente expansión todavía permanece limitado.

Cuanto más acelerada es la expansión de nuestro universo interior, nos es más difícil reconocer nuestras limitaciones en un determinado momento. Pero Dios sabe cuándo hemos alcanzado nuestro límite, y Él nos indica que es tiempo de frenar y regresar, sólo tenemos que ser capaces de captar Su señal.

Nuestro compromiso verdadero con Dios y la auto anulación en Su Presencia nos dota de un sentido interior para advertir cuándo hemos llegado a nuestro límite. En ese momento crítico recibimos la señal de Dios y sabemos que hemos ido lo más lejos que podemos ir y que ahora es el momento de retornar, en paz.

Nuestro compromiso de retornar debe preceder a nuestro ascenso. Pero en nuestra carrera subiendo hacia Dios necesitamos no tener en mente el retorno que vendrá a continuación (el pensamiento de retornar en medio de la carrera ascendente debilitará la fortaleza de la corrida). El compromiso está allí todo el tiempo en nuestra mente inconciente y exactamente en el momento justo. Este es el secreto de Rabí Akiva. 

Aceptar Nuestras Limitaciones Mentales

No debilites tu mente tratando de esforzarte demasiado en entender cosas 
que están por encima de tu capacidad de comprender.

Nuestras mentes son limitadas, funcionan dentro de un dominio finito, un universo finito. A medida que maduramos y utilizamos nuestras mentes lo mejor que podemos, nuestro universo se expande y el factor de expansión crece, se acelera. Pero el universo permanece finito.

En Cabalá, el universo de nuestras mentes -nuestra sabiduría, entendimiento y conocimiento- se extiende hacia lo alto para incluir la emanación Divina de belleza (tiferet) en donde está investido, como un alma dentro del cuerpo, el conocimiento (daat) del Creador de Su creación.

Belleza y verdad son uno. Juntos suman “Israel” (100, 102, יפי-iofi-belleza, más 441, 212, אמת-emet-verdad = 541, el 101ro número primo desde 1, que es igual a Israel, ישראל). El nombre Israel permuta para formar “para mí es una cabeza” (לי ראש, li rosh). Esto significa que el límite superior, la cabeza, de Israel, es la capacidad de comprender la unidad de la belleza y la verdad, las dos cualidades dadas a Iaacov, a quien Dios llamó Israel.

Pero nuestras mentes finitas no pueden entrar a la esfera de la realidad Divina en lo alto belleza y conocimiento (de la creación), la esfera de la sabiduría y entendimiento propios de Dios, “las cosas ocultas”, según la expresión de la Torá.

En Cabalá se da el ejemplo de un conserje que trata de cargar más de lo que físicamente es capaz. Se debilitará por el esfuerzo –débil física y psicológicamente, frustrado al haber invertido mucho esfuerzo en vano. Será incapaz de cargar incluso lo que estaba acostumbrado a cargar en el pasado.

¿Qué hay fuera del universo finito de nuestras mentes? La luz infinita de Dios. ¿Cómo la podemos alcanzar? Con fe, pero sólo después de haber alcanzado el límite de nuestro universo mental.

La Creación del Mal Entendido

“Sabiduría” (73, חכמה, jojmá), es igual a “malentendido” (אי-הבנה, i-havaná). 
La palabra fue creada con sabiduría, que da origen al malentendido. 
¿Por qué se malentiende a las personas inteligentes?

En una de las traducciones tradicionales de la Biblia al arameo, la primera palabra, “En el principio”, es traducida como “con sabiduría” (basado en el verso de los Salmos: “El principio de la sabiduría es el temor a Dios”). Sabiduría, חכמה, es igual a 73, pero también malentendido, אי-הבנה

El Zohar alude a las dos facultades intelectuales de sabiduría y entendimiento (
חכמה ובינה, jojmá ubiná) como “dos compañeros que nunca se separan”. Pero hay una dimensión oculta de la sabiduría que no se une con el entendimiento. Esa es la sabiduría de “En el principio…” y esa es la sabiduría que crea el malentendido.

Las personas muy inteligentes siempre son malentendidas, malinterpretadas, incomprendidas. Cuánto más aún respecto al Creador. Él, el epítome de la sabiduría, es el más malentendido. Pero Él sabe lo que está haciendo cuando crea un mundo de mal entendimiento.

En todo malentendido, en todo el caos, Él planta una semilla de entendimiento: el alma Divina dentro del hombre, la afinidad innata de la conciencia del hombre de recibir la Torá de Dios.

Dios quiere que iniciemos nuestra travesía en la vida en un estado de mal entendimiento, pero a través de la Torá y sus senderos alcanzar el entendimiento. Hasta de Moshé se dice: “Moshé mereció el entendimiento”. Él no lo tenía al nacer.

Nube de Gloria, el Pilar de Fuego

Cada uno de nosotros tiene un tabernáculo dentro de nuestro corazón. 
Una nube de gloria sobre el tabernáculo en el día 
y una columna de fuego durante la noche.
Tanto la nube de la gloria y la columna de fuego simbolizan estados de conciencia, uno en un escenario de luz (día) y el otro en un escenario de obscuridad (noche).

La nube de ‘’Gloria de Dios" es la conciencia de que todo lo que Dios creó en el mundo es "para Su gloria", lo que significa que cada aspecto de la realidad creada es en última instancia el propósito de reflejar y revelar la Presencia del Creador, hasta ahora oculta. Esta es la conciencia del día, que de acuerdo a un adagio Jasídico se enuncia: "todo es Dios." 

La columna de fuego ilumina la oscuridad es decir, revela la esencia de las tinieblas (el significado esencial de  ver nada en la oscuridad) que toda la realidad creada es obscura, prácticamente no existe, porque sólo Dios  verdaderamente existe. "Dios es todo."

El Jasidismo concluye  que debes tener ambos, noche y día, "Dios es todo,  todo es Di-s". Este es el continuo "correr y regresar", el pulso y la fuerza vital de la esencia del alma Divina.