Harav Yitzchak Ginsburgh

domingo, 24 de julio de 2011

El Temor del Templo

“Guarda Mis días de Shabat y siente temor de Mi Templo.” ¿Qué tienen en común el Shabat y el Templo? Ambos se relacionan con el sentido de la vista.
El verso “Observa Mis días de Shabat y siente temor de Mi Templo, Yo Soy Dios” (את שבתתי תשמרו ומקדשי תיראו אני הוי) aparece de manera idéntica en dos ocasiones en la Torá. Las letras iniciales de las 7 palabras del verso (א ש ת ו ת א י) equivalen a 1118 = “Oye, Israel, Havaiá es nuestro Dios Havaiá es Uno” (שמע ישראל הוי ‘אלהינו הוי’ אחד), nuestra declaración de fe que se nos ordena repetir dos veces al día –mañana y tarde, ya sea en un estado (físico y psicológico) de luz o en un estado de oscuridad. 1118 es el mínimo común múltiplo de 26, Havaiá, y 86, Elokim, los dos Nombres de Dios (el primero corresponde a Su trascendencia y el segundo a Su inmanencia) que unimos en el Shemá. El resto de las letras del verso (ת בתתי שמרו מקדשי יראו ני הוה) equivalen a 2505 = 15 (el Nombre de Dios, Kah, י-ה) veces 167, el valor de “Havaiá es nuestro Dios Havaiá es Uno” (הוי ‘אלהינו הוי’ אחד).
En Jasidut se nos enseña a meditar que la primera palabra del Shemá: “Escucha (Israel…)” ([שמע [ישראל…) se refiere a la frase de Isaías: “Alzad vuestros ojos, (y ved a quien los ha creado)” ([שאו מרום עיניכם [וראו מי ברא אלה). Al hacer esto llevamos el sentido de la vista al sentido del oído (entendimiento).
Explicamos anteriormente la relación de Shabat con la vista. En cada uno de las tres festividades anuales se nos ordena venir al Templo Sagrado para poder ser visto por Dios y que Lo veamos a Él, por así decirlo. Este es uno de los 613 mandamientos de la Torá, el mandamiento de “ver” (מצות ראיה). El temor reverencial del Templo es el temor de la experiencia de atestiguar directamente la Divinidad y sentirnos ser vistos a nosotros mismos por Su misma esencia.
Ahora tomemos cada tercera letra en el versículo anterior:
את שבתתי תשמרו ומקדשי תיראו אני י – ה – ו – ה
Las últimas cuatro de las diez letras enfatizadas deletrean la palabra “vista” (ראיה), a partir de la reish de “temer” (nótese que “temer” y “visión” se derivan de la misma sub-raíz de dos letras, resh alef, רא) y concluyendo con la primera letra y la última de la palabra final del verso, el Nombre esencial de Dios, Havaiá. La guematria de las diez letras enfatizadas, 1332, es la del verso que precede a los Diez Mandamientos, cuando experimentamos la unión de los dos sentidos de la vista y el oído (“Y todo el pueblo vio las voces”, וכל העם ראים את הקולת): “Y dijo Dios todas estas cosas que diciendo” (וידבר א-להים את כל הדברים האלה לאמר).

Observando el Shabat

El Shabat en relación al resto de los días de la semana es como la vista al oído. Durante toda la semana las vibraciones Divinas llenan mi corazón, en Shabat, veo la Divinidad.
En el Zohar aprendemos que la palabra “Shabat” (שבת), representa el secreto de los ojos. Los tres brazos de la primera letra, shin (ש), aluden a los tres patriarcas y a los tres colores asociados con sus atributos espirituales (bondad, poder y belleza) que aparece en los ojos –la parte blanca del ojo (לבן), las venas rojas que se pueden ver en “mar” blanco del ojo (אדום), y el color de ojos de la persona (al que se llama genéricamente “amarillo verdoso” ירוק). Las letras bet y tav de Shabat deletrean la palabra “bat”, que literalmente significa “hija” (que corresponde en la Cabalá a lasefirá del reinado, personificado por el Rey David, la cuarta “rueda” de la Carroza Divina, simbolizada aquí por los cuatro colores de los ojos), se refiere a la pupila negra (שחור, shajor) del ojo (בת עין, bat ain).

Los valores numéricos de los cuatro colores presentes en el ojo (a los que se alude en la palabra Shabat), la Carroza Divina de los ojos (revelado en el día de Shabat) –blanco (לבן, 82, laván), rojo (אדום,51, adom), amarillo verdoso (ירוק, 316, iarok), negro (שחור, 514, shajor) – añadir a 963, la guematria de la frase en la que “la vista” aparece por primera vez en la Torá: “Y Dios vio que la luz era buena” ( וירא אלהים את האור כי טוב, Vaiar Elokim et haor ki tov).
Después del pecado original, Adam y Java escucharon “la voz de Dios,” caminando por el jardín. Escucharon a Dios que les hablaba y Le contestaron. Esta es la conciencia de “oir”, la altura de nuestra conciencia de la Divinidad (Dios y Su Divina Providencia) es nuestra vida posterior al pecado original, la conciencia de los días de la semana, los días de trabajo (“Con el sudor de tu frente…”).
Pero en Shabat regresamos al estado prístino de la conciencia de Dios como lo era antes del pecado original (y que será universal en el futuro). En la terminología de la Cabalá, entre semana nuestra conciencia está en el nivel de comprensión (“escuchar” en hebreo también significa “entendimiento”), mientras que en Shabat nuestra conciencia se eleva al nivel de la sabiduría (visión directa de los misterios de la creación ocultos en de la realidad, y en el “misterio de misterios,” el Creador de la realidad, la Realidad verdadera y absoluta).
Entre semana todo lo que nos pasa, todo lo que vemos y oímos, nos “habla” de Dios y Su Providencia. En Shabat no se nos tiene que hablar de Dios, Lo experimentamos directamente.
Existen dos excepciones de esta distinción entre Shabat y los días de semana, cuando elevamos dos veces la conciencia de Shabat durante el tiempo mundano de la semana. El Arizal enseña que nuestra conciencia durante el rezo, todos los días de la semana tres veces al día, está al nivel de Shabat. Los momentos de rezo, cuando nos volvemos hacia Dios y nos dirigimos de Él directamente, son Shabat puesto que su luz brilla y permea la semana.
También, en el Zohar se llama Shabat al verdadero erudito en la Torá. Constantemente en comunión con Dios mediante Su Torá (que es una con Él) experimenta la conciencia del Shabat toda la semana.