Amar a un rashá no significa tolerar sus actos malvados. Si amas su alma harás todo lo que sea posible por prevenirlo de que haga algo malo.
Hay dos tipos de pecado, el pecado entre el hombre y Dios y el pecado entre los hombres. El pecado entre el hombre y Dios es perjudicial –para nuestra alma individual, para el alma colectiva de nuestro pueblo y para el alma cósmica– en el plano espiritual. El pecado entre los hombres es perjudicial no sólo espiritual sino también físicamente.
Los sabios enseñan que lo que es peligroso es más severo que lo que está prohibido.
Nuestra primera preocupación, como personas amorosas y compasivas y como una sociedad justa, es tomar toda medida para prevenir que el rashá cometa acciones malvadas a su prójimo.
Hay dos formas de amor, el que oculta la iniquidad de nuestro amado y el que la revela. Hacia el rashá debemos adoptar la segunda forma de amor. Ese amor es tan sensitivo para el alma del rashá que le hace conocer sus intenciones y toma medidas para evitar sus malas acciones antes de que las ejecute.
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