La señal de que hemos realizado una buena acción es sentirnos cerca de Dios. Sentirnos lejos, enemistados con Dios, es una señal de que hemos hecho algo incorrecto.
De los 13 Principios de Fe delineados por Maimónides, el 11 es la fe en la recompensa y el castigo. Está la recompensa y el castigo del futuro, en el Mundo por Venir, pero también hay una recompensa y un castigo inmediato, en este mundo.
No hay una sensación mejor que sentirnos cercanos al Todopoderoso, y no hay una peor que sentirnos alejados y separados de Él.
Si una persona realiza una mitzvá (un precepto de la Torá, una buena acción bien definida) y todavía se siente alejado de Dios (el Comandante de la mitzvá) es porque realizó la mitzvá por rutina o que algún motivo egocéntrico entró en su conciencia mientras cumplía la mitzvá.
Cumplir una mitzvá por ella misma, llevar a cabo la voluntad de Dios y nuestra misión en la vida, siempre nos dará una sensación de cercanía a Dios.
A veces uno experimenta una elevación momentánea luego de realizar una mitzvá y a continuación experimenta una caída espiritual.
El Baal Shem Tov explica que esto es porque esa elevación no fue más que una sensación de auto satisfacción, no de verdadera alegría por haber merecido hacer el bien en el servicio a Dios.
El sentido de la gratificación propia que viene casi automáticamente con la realización de una mitzvá está asociado al veneno de la serpiente que muerde el talón del hombre, simbolizando el final de una acción.
Por eso no hay que confundirse entre la sensación falsa e impura de la auto gratificación y el sentimiento verdadero y puro de la cercanía a Dios.
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