El Rey David hizo la pregunta “¿Quién soy yo? La Biblia lo describe como “rojizo con hermosos ojos y bien parecido”.
Cada uno de nosotros tenemos un alma-raíz. Al fin de cuentas todos descendemos de Adam, y como tales cada uno estamos enraizados en uno de sus miembros (espirituales). El alma de Adam es el origen de la línea media del Árbol de la Vida. Sus primeros dos hijos, Caín y Hevel, representan las dos ramificaciones primarias de su alma, la rama izquierda y la derecha, respectivamente. Más adelante en la historia, los dos mellizos Eisav (de la raíz de Caín) y Iaacov (de la raíz de Hevel), corresponden a las almas arquetípicas de la izquierda y la derecha.
La palabra “colorado” (אדמוני, admoní) o rojizo aparece sólo dos veces en la Biblia, primero describiendo el nacimiento de Esav (El primero salió rojizo”; luego llamado Edom, “el rojo”) y posteriormente describiendo a David, en su primera aparición en la narración bíblica cuando su unción por el profeta Shmuel.
Cuentan los sabios que cuando Shmuel vio por primera vez al joven rojizo que estaban trayendo ante él, hizo un respingo por el temor que le produjo su semejanza con Eisav, un derramador de sangre. Pero Dios le dijo, que a pesar de que es rojizo sólo derramaría sangre en guerras para proteger al Pueblo Judío y santificar el Nombre de Dios –por cierto es colorado (porque un rey debe poseer una afinidad al rojo, el color del poder, encarnado por la sangre) pero con (no y, como sugiere la sintaxis normal de la frase) ojos hermosos, es decir, con un sentido del juicio hermoso y correcto por la Torá (basado en las enseñanzas del Sanhedrín, la Corte Suprema de Israel, los “ojos” de la congregación).
La guematria de “rojizo” (אדמוני, admoní) es igual a la pregunta “¿Quién soy? (111, מי אני, mi aní). También, las 3 primeras letras de la palabra (su raíz gramatical) son Adam, ארם, el primer hombre y el alma-raíz general de la humanidad. En Cabalá, las tres letras de Adam son las iniciales de Adam David Mashíaj.
David comprendió que era colorado y se preguntó a sí mismo “¿Quién soy?” ¡¿Yo soy (de) Eisav, Dios lo prohíba?! La historia de su vida es la respuesta a esta pregunta. Dios te envió al mundo para rectificar y elevar la chispa Divina atrapada en el alma raíz de Eisav. Pero de comienzo hay una enorme diferencia esencial entre él y tú. Él “vive por la espada”. Él disfruta matando. Pero tú no! Tú utilizas tu atributo innato de poder (tu rubicundez innata) sólo para hacer justicia y traer la paz. Anhelas ese día en que las espadas serán batidas en arados. Eres la amalgama perfecta (el centro: “… y bien parecido”) de la izquierda (“rojizo”) y derecha (“…con hermosos ojos”). Ese eres tú.
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