En un verso el rey David dice: “He puesto a Dios ante mí siempre” (“שויתי הוי’ לנגדי תמיד”, shiviti hashem lenegdí tamid”). Pero hay otro que dice: “Mi pecado está ante mí siempre”
(“וחטאתי נגדי תמיד”, vejatatí negdí tamid). ¿Cómo pueden ir juntos?
Primero, notemos que la guematria combinada de “Dios” (הוי’, 26, Havaiá), y “mi pecado” (חטאתי, 428, jatatí) = “siempre” (תמיד, 454), la palabra con la cual culminan ambas frases, los dos estados de conciencia. La palabra “siempre” es la que crea la aparente exclusión mutua de las dos frases. ¿Cómo uno puede “siempre” poner al frente de su conciencia la Presencia de Dios y simultáneamente ver su pecado mirándolo siempre a la cara?
La respuesta yace justamente en la forma en que redactamos la pregunta.
Yo miro a Dios, Lo busco en cada cosa que veo. Pero al mismo tiempo mi pecado también está allí en el trasfondo, clavando su mirada en mí y recordándome mi bajeza existencial, mi distancia de Dios.
¿Qué significa ver a Dios teniendo como telón de fondo a mi pecado, que nunca está dispuesto a sacar sus ojos de mí?
Si no fuera porque estoy consciente de mi pecado observándome a la cara, no sentiría, no experimentaría la infinita compasión que Dios tiene por mí. A pesar de que estoy lejos de Él, está muy cercano a mí, amándome y siendo compasivo sin importar qué.
En Cabalá, esta experiencia dual y paradójica de cercanía a Dios en virtud de Su infinita compasión, junto con un sentimiento de insignificancia existencial y distancia de Él, es llamado “unificación”, la unificación de la misericordia y la humildad, la unificación del Sagrado bendito sea y el alma colectiva de Israel (la Congregación de Israel).
Dios creó el mundo de la manera en que lo hizo para que alcancemos esta unificación de nuestra conciencia.
Irmiahu expresó esta unificación de cuatro palabras: “Desde lo lejos Dios se me aparece” (“מרחוק הוי’ נראה לי”). “Desde lo lejos” corresponde a “Mi pecado está ante a mí siempre”, “Dios se me aparece” corresponde a “Pongo a Dios ante mí siempre”.
La guematria de las cuatro palabras “desde la Distancia Dios se me aparece”, 676 = 26 al cuadrado (el promedio del valor de las cuatro palabras = 13 al cuadrado), es decir “Dios”, Havaiá, al cuadrado, una manifestación perfecta de Dios en la realidad.
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